martes, 21 de agosto de 2012

La sociedad está enferma

     Estamos viviendo tiempos...digamos, "especiales". Se podrían calificar de "difíciles", aunque yo reservaría este adjetivo para situaciones como la sufrida durante la II Guerra Mundial, o la que están viviendo en muchos puntos de África en estos momentos.
 Las ciudades están tristes. El desencanto va tiñendo como una sombra las miradas y sonrisas de la gente, y el aire cada vez se respira más cargado de incertidumbre y pesimismo. Los retazos de conversaciones por la calle no son iguales a otros meses de agosto, cuando solo se hablaba del calor, las rebajas, las vacaciones, o la terraza en la que pasamos la noche anterior. Ahora se habla de recortes, de paro, de la intervención, del euro, de la prima....Los que conservamos el trabajo (¿por cuánto tiempo?) vemos impotentes cómo vamos perdiendo sueldo, derechos, descansos, medios materiales.....y también ilusión, ganas y optimismo.
      Asistimos asombrados a la falta de palabra de los gobernantes (¿dónde quedó la "palabra de honor" de nuestros abuelos, o incluso la seguridad jurídica de todo Estado de derecho?) y a cómo los pilares de la sociedad tiemblan por la "calificación" que ciertas personas deciden dar a ... ¿nuestra deuda? ¿nuestra economía? ¿nuestra vida?.
   Haciendo un símil con el cuerpo, parece pues, que la sociedad está enferma. ¿Por qué? Pues por lo mismo que enfermamos los seres humanos y explicamos en su momento. Nuestra sociedad ha dejado de cumplir la función correcta. Si somos honrados con nosotros mismos y analizamos las causas que nos han llevado hasta aquí, veremos que muchos de los valores que debieran ser "intrínsecos" a la vida han desaparecido: la solidaridad, la autenticidad, el respeto o el trabajo bien hecho han sido sustituidos por el aparentar, el endeudarse, el usar y tirar, el engaño o el hacer de nuestro hacer una continua chapuza para salir del paso.
   No es mi intención profundizar en la situación. Valgan estas pinceladas para que cada uno, con honradez, se examine por dentro y por fuera y reconozca el granito de arena que ha puesto para que nuestra sociedad esté enferma. Porque los responsables de esto somos todos (recordad, TODOS SOMOS UNO, para lo bueno y para lo malo).
   ¿Qué hacer entonces? Pues lo mismo que cuando el enfermo es nuestro cuerpo, ya que cada uno somos una célula de la sociedad (hepática, cardíaca o cerebral, la que nos haya tocado) y cada célula debe realizar una función determinada en aras de que el cuerpo funcione en unidad. Debemos entrar en "nuestro templo" y ver qué nos está indicando la enfermedad. A cada uno nos dirá cosas distintas, y eso será lo que debamos cambiar en nuestras vidas, pues la sociedad es la suma de todos nosotros.
   El futuro no está escrito. Lo que creemos vislumbrar como inevitable no son más que meros esbozos del cuadro final, cuadro que vamos coloreando con nuestros pensamientos, actitudes y acciones del ahora. Hoy vivimos el resultado de lo que hicimos ayer, y mañana tendremos el resultado de lo que hagamos hoy. El presente es el momento de comprensión de esta realidad. 
     Nuestra sociedad está enferma, y en esta ocasión, los sanadores somos todos. Si solo pensamos en crisis, escasez, dificultades, eso será lo que tendremos. Cambiemos estos pensamientos por los de honradez, abundancia, amor, goce, paz, satisfacción, solidaridad.... y hagamos nuestra parte, cada uno la suya. Confiemos en que la sociedad vaya recobrando poco a poco la salud y la Vida nos muestre la pintura más hermosa que hubiéramos podido imaginar, pero no exigiendo que predomine "mi" color, sino fluyendo con los colores de los demás. Y seguro que nos llevaremos la grata sorpresa de un mundo mejor.




martes, 7 de agosto de 2012

Los tratamientos


      En una primera aproximación podemos decir que un tratamiento de acupuntura es el conjunto de resonadores y formas de trabajarlos que un terapeuta elige ante la patología de un determinado paciente. Aunque lo más corriente es que se trabaje con agujas y moxibustión, hay otros instrumentos terapéuticos que emplea la Medicina Tradicional China, como las ventosas, el martillo de siete puntas, el masaje, el qi gong, etc.
      Aunque sé que el pensamiento chino no puede ser clasificado al estilo occidental (leed aquí el trabajo de "La danza del Qi") para aclararme, yo divido en tres los tipos de tratamientos. Todos son útiles y válidos, y el empleo de uno u otro viene determinado por cada caso concreto.
      Primero están los que denomino tratamientos "sintomáticos". Son como tomar una aspirina para quitar el dolor. Las agujas de acupuntura corrigen el síntoma regulando el flujo de la energía, pero realmente no tratan la causa. Hay algunos que son muy eficaces y rápidos, y en todo caso son mucho mejores que los tratamientos de la medicina alópata porque no tienen ningún efecto secundario.
    El segundo grupo, que constituye el grueso de tratamientos de acupuntura, son los que yo llamo "físicos u orgánicos". Ya sabemos que el cuerpo humano está recorrido por una serie de canales por los que circula la energía: son los canales de acupuntura. Cuando se realiza la historia de un paciente, el terapeuta toma buena nota de todos los síntomas que éste presenta, y con ellos crea un "mapa energético" clasificándolos según los Cinco Reinos Mutantes (Agua, Madera, Fuego, Tierra y Metal). Entre estos Reinos hay una serie de relaciones de generación y de control, y la habilidad del terapeuta está en elegir aquellos resonadores que permitan reequilibrar todos los Reinos.
 Estos tratamientos tratan la causa de la disarmonía energética (que puede ser un estancamiento de Humedad, un déficit del yang de Hígado, un exceso de Fuego....) y se busca dispersar la energía en los lugares en que está atascada, desviar desde los lugares donde ésta fluye con normalidad a los sitios donde está en déficit, etc. Su eficacia está probada, y solucionan problemas que la medicina occidental en ocasiones no sabe abordar.
  Hay por último, otros tratamientos, que yo llamo "espirituales o alkímicos". En ellos el terapeuta se sitúa en lo más alto, como si de un águila se tratara, planeando y observando la situación del paciente. Se busca mirar desde arriba todo el panorama, obviando las cuestiones más "físicas" y terrestres (esta o aquella enfermedad, este o aquel síntoma) y valorando las cuestiones más espirituales y "álmicas" (destino, karma, aprendizaje...). Cuando diseño este tipo de tratamientos, intento "no estar", que intelecto y conocimientos se queden en tierra y mi espíritu adquiera la visión del águila, apartando mi mente y escuchando. Normalmente me vienen a la cabeza nombres de resonadores, o sensaciones que después intento traducir. Así salen, por ejemplo, los tratamientos por el nombre de los resonadores. El objetivo es ir a la causa profunda, colocando al ser en disposición de seguir o retomar el camino cuyo abandono originó la enfermedad. 
     De mi primer tratamiento en este sentido os hablé en la entrada anterior. Una paciente iba saltando de una enfermedad a otra, y mi profesor de acupuntura me sugirió lo siguiente: abrir la "puerta del destino" (con Ming men), para subir a la "terraza del espíritu" (Ling tai) desde donde el ser pueda otear el horizonte con suficiente perspectiva y seguir su destino en unión (de todos sus aspectos, con los puntos de apertura del Yin Oe y Yang Oe, los canales de la unión), con equilibrio (con los puntos de apertura del Yin keo y del Yang keo, los canales del equilibrio) y con sinceridad (Shan zhong, el "Centro de la Sinceridad"). ¿Existe mayor perfección en un tratamiento?  
     Con esto sintetizamos lo hablado en las tres últimas entradas, la enfermedad, el terapeuta y el tratamiento: el terapeuta es un instrumento por el que la Vida intenta reconducir al ser enfermo para que encuentre, cumpla y acepte su destino, y se dé cuenta de que la enfermedad es solo el signo que el Universo le ha dado para ello.