viernes, 23 de noviembre de 2012

Aceptación


     Últimamente no he estado muy inspirada para escribir nuevas entradas en el Blog. He luchado contra ello porque una tiene que ser consecuente con sus decisiones, y “La Danza del Qi” es como un arbolito que yo planté y necesita agua para crecer. Me he esforzado inútilmente en estrujar mente y corazón, hasta que esta mañana, recién levantada, me he dicho: “Pues no pasa nada. Acéptalo.” Y entonces (¡paradojas de la vida!) se me ha ocurrido escribir sobre ello, sobre la aceptación.
 La aceptación es una idea que el pensamiento oriental tiene incorporada como cierta, lo hemos visto en entradas anteriores. Pero para nosotros los occidentales tiene ciertas connotaciones de derrota, de fracaso, de sacrificio, quizá porque se confunde con la idea cristiana de “resignación”: cuando nos ocurre una desgracia, cuando sentimos que se nos cierra una puerta se nos ha dicho que “hay que resignarse ante la voluntad de Dios”, lo que implica sufrimiento, abandono, sometimiento a la decisión de un Dios que premia y castiga arbitrariamente. ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase “por qué me tiene que pasar a mí”?.
 Pero ya sabemos que las cosas no son del todo así. Somos seres de luz con un vestido de carne y hueso que hemos elegido adoptar esta forma de vida para experimentar la sabiduría que ya tenemos como parte del Uno. Y esto es parecido a un examen: si te dicen las preguntas no vale. Olvidamos qué hemos elegido y comenzamos a querer vivir cosas distintas. Y así nos va.
  Hay otro aspecto del que tampoco nos acordamos: la Vida no es el enemigo, no hay que luchar contra ella. Es tan solo el conjunto de circunstancias creadas entre todos para experimentar cada uno lo suyo. Y nos habla y nos guía con un lenguaje sin palabras. También hemos tratado esto antes.
   ¿Por qué entonces nos cuesta tanto vivir? ¿Por qué cada cosa que hacemos nos supone tanto esfuerzo? Simplemente porque se nos olvida que fuimos nosotros mismos, pero llenos de sabiduría, quienes decidimos qué hacer aquí y cómo hacerlo.
   ¿La solución? Primero escuchar, después confiar y por último aceptar.
  Escuchar es quizá lo más difícil, porque no conseguimos vaciar nuestra mente de su cháchara ni nuestro corazón de sus deseos. Deberíamos hacerlo como este niño, con los ojos cerrados y con una sonrisa. En él no hay lucha, no hay juicio, no hay empeño. Tan solo escucha. 
 Y después hay que confiar. En el Destino, en la Vida, en Dios, en el Universo..., da igual el nombre, pero hay que confiar en que todo irá como debe ir, en que todo ocurre para bien, aunque no lo entendamos. Es muy difícil porque da miedo pensar que no tenemos el control de nuestra vida (realmente nunca lo hemos tenido) y confiar es abandonarte, relajarte... y aceptar. 
   Aceptar no es resignarse, porque uno se resigna cuando no le queda más remedio; no hay libertad de elección, y la resignación es pérdida, derrota y fracaso. Sin embargo, uno sí elije aceptar. Y en la aceptación encontramos paz, porque no hay lucha. Encontramos descanso porque uno se alía con las fuerzas supremas, se hace uno con el río de la vida, y las energías que se empleaban en dar vueltas a los problemas para componer nuestra pobre solución se emplean ahora en sonreír y disfrutar de los regalos que Dios nos pone delante: esa puesta de sol que te deja sin habla, esa mirada del amigo al fondo de tu alma, ese "encuentro fortuito" que te abre puertas...
      Acepta, desde el fondo de tu ser lo que va viniendo, acepta sin juicios, sin apegos, sin pretensiones, y puede que te ocurra lo que a mí esta mañana: cuando acepté que "la Danza del Qi" podría dejar de bailar, llegó la inspiración. 



jueves, 8 de noviembre de 2012

Los Cinco Reinos Mutantes


   La Medicina Tradicional China, de 5000 años de antigüedad, se basa en dos leyes descritas hace poco por la física cuántica: la ley de la relatividad (el Yin-Yang que ya hemos visto hace unos meses) y la ley de la interrelación o interdependencia, expresada en los Cinco Reinos Mutantes, los Cinco Movimientos o el Wu Xing.
  Esta ley clasifica todo lo que existe (colores, olores, sabores, estaciones, órganos, sentimientos, cereales, alimentos, orientación, notas musicales, planetas, etc.) en cinco grandes grupos, denominados Reinos o Movimientos. Lo que pertenece al mismo Reino mantiene concordancia o resonancia energética con el resto, relación que muchas veces se nos escapa. 
   Como el pensamiento chino parte de la observación de la naturaleza, estos Reinos se nombraron con los elementos Agua, Madera, Fuego, Tierra y Metal. 
   Al Reino Mutante del Agua, pertenecen el Riñón y la Vejiga, el invierno, el norte, el sabor salado, el oído, los huesos, el miedo, el negro, la voluntad... El Reino Mutante de la Madera es el Hígado, la Vesícula Biliar, la primavera, el este, el verde, la imaginación, la vista, los músculos, el viento, el ácido, la cólera... En el Reino Mutante del Fuego tenemos el Corazón, el Intestino Delgado, el rojo, el calor, el verano, el sur, la alegría, el amargo, la conciencia, los vasos sanguíneos, etc. En el Reino Mutante de la Tierra nos encontramos el Bazo, el Estómago, el centro, la humedad, el estío, el dulce, el olor perfumado, el amarillo, la reflexión, la obsesión... Y en el Reino Mutante del Metal están el Pulmón, el Intestino Grueso, el este, el otoño, la sequedad, el blanco, el picante, la melancolía.... Os daréis cuenta que el admitir que todo lo que está dentro del mismo Reino guarda relación, puede implicar un verdadero "salto cuántico" mental para nosotros como pensadores occidentales.
  La genialidad del Wu Xing es que entre los distintos Reinos existen dos tipos de relaciones: de generación y de control.
  Para explicar el ciclo de generación (llamado chen o sheng) emplean parentescos: así el Agua es la madre de la Madera, ésta la Madre del Fuego, y así sucesivamente. De igual modo el Metal es el hijo de la Tierra y el Agua el hijo del Metal. Así tenemos un ciclo de asistencia, de ayuda, de "cuidado" en el que cada elemento genera y a su vez es generado por otro. Nadie está solo ni aislado y todos tienen que contribuir.
Para hacer que esta relación sea estable, es necesario que exista un control entre los miembros y lo explican de una manera muy gráfica y poética: el Agua apaga el Fuego, el Fuego funde el Metal, el Metal corta la Madera, la Madera orada la Tierra y la Tierra cubre el Agua. Es el ciclo ko o ke  por el que cada Reino controla a uno y es controlado a su vez por otro.
No es mi intención en esta entrada explicar en profundidad los Cinco Reinos Mutantes. Los que practican la Medicina Tradicional China los conocen perfectamente. Al resto de los lectores solo quisiera picarles la curiosidad para que investiguen un poco y se maravillen con la perfecta telaraña de relaciones en la que estamos inmersos. 
 Si analizáis un poco esta pentacoordinación, observaréis que se consigue el equilibrio perfecto, donde ninguno es más que nadie y todos son necesarios, porque todos se ayudan y se controlan entre sí, siguiendo el orden establecido. Cada uno de los Reinos está relacionado con los otros cuatro (es generado por uno, genera a otro, controla a un tercero y es controlado por el cuarto). Esto nos lleva a la comprensión de que TODO está relacionado,TODO está causado, y TODO influye en TODO. Por tanto no existen las casualidades, como vimos en la entrada anterior. Y de algún modo, al pertenecer a este sistema, podemos volver a concluir nuevamente que TODOS SOMOS UNO.