En
los dos meses de andadura de este blog de Medicina Tradicional China 2.0 hemos
visto ya bastantes cosas: sabemos lo que es el qi y cómo baila,
el concepto de yin-yang, qué son los resonadores (incluso hemos
trabajado con alguno de ellos), qué son los jiaos, cómo respirar... y
también cómo ser dichoso (¡no feliz!), cómo actuar con impecabilidad y QUE
TODOS SOMOS UNO (espero que esto al menos haya quedado claro).
Antes de pasar a conceptos más propios de medicina china, como los Reinos Mutantes, tengo intención de ver en tres entradas consecutivas qué es la enfermedad, para qué sirve un terapeuta y cómo son los tratamientos de Medicina China. Y digo "tengo intención" porque el blog tiene vida propia, y no siempre quiere lo mismo que yo.
Antes de pasar a conceptos más propios de medicina china, como los Reinos Mutantes, tengo intención de ver en tres entradas consecutivas qué es la enfermedad, para qué sirve un terapeuta y cómo son los tratamientos de Medicina China. Y digo "tengo intención" porque el blog tiene vida propia, y no siempre quiere lo mismo que yo.
Para empezar creo que debemos de tener claro qué es la enfermedad dentro de
este mundo, porque solo comprendiendo el proceso podremos aliarnos con él y
utilizarlo como trampolín de desarrollo personal y espiritual.
Para los orientales, la salud reside en
el equilibrio entre pensamiento, sentimiento y acción. Esta frase merece una
cuidada reflexión. ¿Cuántas veces pensamos una cosa, sentimos otra y decimos
una muy distinta? Estamos disociados, y ello nos lleva a enfermar. El hombre es
un ser entre el cielo y la tierra (recordemos las tres alimentaciones, celeste,
humana y terrestre) y si no somos ese intermediario entre las fuerzas cósmicas
y telúricas dejaremos de cumplir nuestra función y nuestra forma se
deteriorará.
¿Son el dolor y la enfermedad
consustanciales a la existencia del hombre? Parece que el dolor sí, ya que es
el mecanismo de aviso que tiene el cuerpo para sobrevivir (si me quemo, me
duele para que retire la mano del fuego). Sin embargo la enfermedad es algo
cultural, y depende de cómo vivamos los procesos. De hecho, en la Escuela Neijing
la definimos como un proceso evolutivo de la salud.
"La Vida siempre habla a los
hombres en susurros. Hay que saber entender las señales, porque si no te pega
gritos con enfermedades". Esta es una de las primeras frases sabias que
tengo en mis apuntes. Está claro que la humanidad no sabe escuchar, y por eso hay enfermos y por eso existimos los terapeutas.
¿Cómo abordar, pues, la enfermedad? Si
cada ser viene aquí con un proyecto que cumplir, cuando deja de realizarlo enferma, porque el cuerpo presenta una resistencia al estar diseñado para la función
correspondiente. No debemos ver entonces la enfermedad como un huésped enemigo,
sino como una pérdida de equilibrio con el medio. La enfermedad viene para que
el ser no se resista, y si nos abandonamos, descubrimos el tesoro que
encierra.
El Sowen, uno de los libros más
antiguos de Medicina China, nos dice que en la alta antigüedad, cuando el ser
enfermaba se refugiaba en el templo. Esto, en palabras de hoy, significa que
cuando enfermamos debemos ir hacia adentro, a nuestro interior, a nuestro
templo, y ver qué nos está susurrando (o gritando) la Vida. Sin embargo, lo que
hacemos es tomar rápidamente una pastilla que nos quite el síntoma para poder
seguir con nuestras actividades diarias, y perdemos la posibilidad de escuchar
lo que esa enfermedad quiere decirnos. Cuanto menor y más persistente sea la
falta de escucha, mayor será el problema que nos generemos.
"Debes ser más flexible", nos
dicen el dolor de rodilla y la arterioesclerosis, "no dejes de
avanzar", dice el pie dañado, "cuida lo que hablas" nos dice la
afonía, "libérate de tantas cargas inútiles" nos grita el dolor de
espalda..... Cada uno podemos preguntarle a nuestro cuerpo doliente qué nos
quiere decir, y hacerle caso.
Hay veces que el proceso de enfermedad, o
incluso de deterioro natural del cuerpo se presenta como inevitable. La
actuación entonces sería no luchar contra ello, sino aceptarlo como la
evolución hacia un nuevo sentido de vida. Es claro que con 60 años no podemos
hacer lo mismo que con 20. ¿Es eso estar enfermo? Por supuesto que no. Ya
sabemos que cualquier equilibrio solo puede ser dinámico, y el estado de salud
es un estado de equilibrio. Si comprendemos que cada edad tiene el suyo (un
joven tiene mucho yang, está en proceso de expansión, mientras que un
anciano tiene mucho yin, está en proceso de contracción), hagamos igual
con la enfermedad. Ello nos permitirá ir fluyendo en cada etapa, y darnos
cuenta de que si la forma está modificándose también lo debe hacer la función,
porque ambas forman un tao.
¿Vive Stephen Hawking como un enfermo?
Tiene todas las papeletas para ser un minusválido dependiente e inútil, pero él
supo fluir con su esclerosis lateral amiotrófica y hoy es uno de los físicos y cosmólogos más
brillantes de nuestro tiempo. Tomemos ejemplo de él y de tantos otros valientes
y empleemos la enfermedad como un proceso evolutivo de la salud, una
oportunidad de explorar nuevos mundos, nuevas experiencias, nuevas tareas, y no
como una oportunidad para la queja, el lamento o el manejo a los demás.
Escuchemos nuestro cuerpo y démosle gracias de todo corazón, porque nos está hablando con el lenguaje que conoce. Hagámonos responsables de la enfermedad, como si fuera una invitada. Si está de paso, charlemos con ella, veamos qué nos cuenta y volvamos a retomar nuestro camino. Y si viene para quedarse, arreglemos la casa, hagamos una habitación nueva para ella y pintemos las paredes de colores. Seguro que nos muestra otro camino distinto, que será el que tengamos que seguir... adelante, siempre adelante.
Escuchemos nuestro cuerpo y démosle gracias de todo corazón, porque nos está hablando con el lenguaje que conoce. Hagámonos responsables de la enfermedad, como si fuera una invitada. Si está de paso, charlemos con ella, veamos qué nos cuenta y volvamos a retomar nuestro camino. Y si viene para quedarse, arreglemos la casa, hagamos una habitación nueva para ella y pintemos las paredes de colores. Seguro que nos muestra otro camino distinto, que será el que tengamos que seguir... adelante, siempre adelante.