miércoles, 26 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!


      No sé si es práctica habitual felicitar las fiestas a través de la entrada de un blog, pero como es la primera Navidad de “La Danza del Qi”, vamos a instaurar la tradición de hacerlo. Así que ¡¡FELIZ NAVIDAD!!.
    Sabéis que la Navidad es la "cristianización" de la fiesta pagana de la llegada de la luz, del solsticio de invierno, cuando la luz "vence" a la oscuridad, o como decía mi abuela, empiezan a menguar las noches y a crecer los días. Es el momento en el que el yin ha llegado al máximo y emerge el pequeño yang. 
   Hemos comprobado que el mundo no se ha acabado el 21-12-12, por más que malinterpretáramos la fecha anunciada por el calendario maya como el fin de una era y muchos fanáticos la utilizaran para sembrar el pánico. Pero sí es cierto que mucha gente habla de cambio, y no es el fin del mundo, pero sí de alguna manera el fin de "nuestro viejo mundo". Todos estamos asistiendo a la caída las estructuras económicas, sociales y políticas. A todos se nos han movido los cimientos de nuestra pretendida "seguridad"...
    Por eso hemos de encarar con ilusión y alegría estas navidades como el gran momento de nuestro cambio personal, y 2013 como el año de la esperanza y de la luz, porque el cambio global se producirá por la suma de los cambios de cada uno de nosotros. Ya no funciona lo de que "otros" lo harán. Porque ¿quiénes? ¿nuestros políticos? ¿nuestros escritores? ¿nuestros sacerdotes? Ya no. La responsabilidad está en manos de cada uno de nosotros.
   ¿Cómo hacerlo? En las diferentes entradas de "La Danza del Qi" hay ideas, sugerencias, pinceladas, para que cada uno encuentre su camino. Y todos los caminos son correctos, siempre que nos lleven a hacer lo que tenemos que hacer, y estén impregnados del hecho de que TODOS SOMOS UNO.   
   Desde esta página doy las gracias a todos los lectores, conocidos y anónimos, porque sin vosotros este blog no existiría. Y desde aquí, con todo mi corazón, os deseo una FELIZ NAVIDAD y un 2013 lleno de descubrimientos, sabiduría, dicha y salud. Que sigamos conectados en la blogosfera y entre todos hagamos de la Tierra un mundo mejor.



martes, 18 de diciembre de 2012

Los frutos


     Esta mañana he leído la última entrada del blog de Susana Beato, titulada "Cuando lo profesional se mezcla con lo personal". A Susana ya la conocéis. Sin ella “La Danza del Qi” no existiría. Me ha emocionado y me ha hecho reflexionar el ver cómo nuestro hacer puede influir de manera decisiva en la vida de otras personas.  
   He recordado la parábola del sembrador: "Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron; otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga" (Mt. 13: 4-9).
    Yo no interpreto la parábola como lo hace la Biblia. Creo que nosotros somos el sembrador y las semillas son nuestros actos, y lo que a mí me dice, es que sembremos, sembremos porque seguro que alguna semilla cae en tierra fértil y dará sus frutos.
   Muchas veces cuando pensamos en nuestra capacidad de influir en el mundo nos sentimos insignificantes. Creemos que solo siendo un Einstein, un Steve Jobs o un Hawking se puede hacer algo que merezca la pena ser recordado, y creemos estar muy lejos de figuras así. Sin embargo, la realidad es muy diferente.
  El Universo está lleno de seres anónimos como tú y como yo que formamos parte del Todo. Y la cuota de participación de cada uno de nosotros es la misma: somos un trozo del Uno (llámalo Dios, Vida, Energía....) que está en la Tierra para experimentar-se. Y cada uno tiene su camino único e irrepetible. Y en el camino de todos está el sembrar para mejorar la Tierra. Cada uno siembra su semilla: unos un gran descubrimiento científico, otros películas memorables, algunos obras de arte, y los más, pequeños actos que se convierten para otros en algo único porque les cambia la vida. Pero todos son igual de importantes.
   Si pensamos un poco, alguna vez hemos experimentado cambios decisivos por la "pequeña" intervención de alguien, en muchas ocasiones de manera involuntaria. Una palabra, una sonrisa, un regalo... Y también, casi siempre sin intención, hemos cambiado la vida de alguien por un acto, un comentario o unas frases. 
   Si recordáis la entrada del terapeuta en ella hablábamos que éste realmente no hace nada, sino que "se hace" a través de él. Y es la Vida con mayúsculas la que nos emplea a cada uno para ser las varitas mágicas que realicen el sortilegio. Pues bien, si aceptamos esto, hagámoslo de manera consciente: que cada mañana nos levantemos con la conciencia de que podemos ser artífices de un prodigio para alguien, y que el milagro obrado por otro nos puede cambiar. Que nuestro hacer sea amoroso e impecable porque el Universo nos emplea para transformar y mejorar la Tierra. Que, aun en estos momentos difíciles, sembremos con generosidad, con abundancia y con altruismo, porque algunas semillas caerán en el asfalto, otras se las llevará el viento, pero algunas, serán acogidas en tierra fértil y darán sus frutos. Y no nos olvidemos: TODOS SOMOS UNO, y los frutos de lo sembrado, antes o después, terminarán en nuestras manos.




  
   

viernes, 23 de noviembre de 2012

Aceptación


     Últimamente no he estado muy inspirada para escribir nuevas entradas en el Blog. He luchado contra ello porque una tiene que ser consecuente con sus decisiones, y “La Danza del Qi” es como un arbolito que yo planté y necesita agua para crecer. Me he esforzado inútilmente en estrujar mente y corazón, hasta que esta mañana, recién levantada, me he dicho: “Pues no pasa nada. Acéptalo.” Y entonces (¡paradojas de la vida!) se me ha ocurrido escribir sobre ello, sobre la aceptación.
 La aceptación es una idea que el pensamiento oriental tiene incorporada como cierta, lo hemos visto en entradas anteriores. Pero para nosotros los occidentales tiene ciertas connotaciones de derrota, de fracaso, de sacrificio, quizá porque se confunde con la idea cristiana de “resignación”: cuando nos ocurre una desgracia, cuando sentimos que se nos cierra una puerta se nos ha dicho que “hay que resignarse ante la voluntad de Dios”, lo que implica sufrimiento, abandono, sometimiento a la decisión de un Dios que premia y castiga arbitrariamente. ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase “por qué me tiene que pasar a mí”?.
 Pero ya sabemos que las cosas no son del todo así. Somos seres de luz con un vestido de carne y hueso que hemos elegido adoptar esta forma de vida para experimentar la sabiduría que ya tenemos como parte del Uno. Y esto es parecido a un examen: si te dicen las preguntas no vale. Olvidamos qué hemos elegido y comenzamos a querer vivir cosas distintas. Y así nos va.
  Hay otro aspecto del que tampoco nos acordamos: la Vida no es el enemigo, no hay que luchar contra ella. Es tan solo el conjunto de circunstancias creadas entre todos para experimentar cada uno lo suyo. Y nos habla y nos guía con un lenguaje sin palabras. También hemos tratado esto antes.
   ¿Por qué entonces nos cuesta tanto vivir? ¿Por qué cada cosa que hacemos nos supone tanto esfuerzo? Simplemente porque se nos olvida que fuimos nosotros mismos, pero llenos de sabiduría, quienes decidimos qué hacer aquí y cómo hacerlo.
   ¿La solución? Primero escuchar, después confiar y por último aceptar.
  Escuchar es quizá lo más difícil, porque no conseguimos vaciar nuestra mente de su cháchara ni nuestro corazón de sus deseos. Deberíamos hacerlo como este niño, con los ojos cerrados y con una sonrisa. En él no hay lucha, no hay juicio, no hay empeño. Tan solo escucha. 
 Y después hay que confiar. En el Destino, en la Vida, en Dios, en el Universo..., da igual el nombre, pero hay que confiar en que todo irá como debe ir, en que todo ocurre para bien, aunque no lo entendamos. Es muy difícil porque da miedo pensar que no tenemos el control de nuestra vida (realmente nunca lo hemos tenido) y confiar es abandonarte, relajarte... y aceptar. 
   Aceptar no es resignarse, porque uno se resigna cuando no le queda más remedio; no hay libertad de elección, y la resignación es pérdida, derrota y fracaso. Sin embargo, uno sí elije aceptar. Y en la aceptación encontramos paz, porque no hay lucha. Encontramos descanso porque uno se alía con las fuerzas supremas, se hace uno con el río de la vida, y las energías que se empleaban en dar vueltas a los problemas para componer nuestra pobre solución se emplean ahora en sonreír y disfrutar de los regalos que Dios nos pone delante: esa puesta de sol que te deja sin habla, esa mirada del amigo al fondo de tu alma, ese "encuentro fortuito" que te abre puertas...
      Acepta, desde el fondo de tu ser lo que va viniendo, acepta sin juicios, sin apegos, sin pretensiones, y puede que te ocurra lo que a mí esta mañana: cuando acepté que "la Danza del Qi" podría dejar de bailar, llegó la inspiración. 



jueves, 8 de noviembre de 2012

Los Cinco Reinos Mutantes


   La Medicina Tradicional China, de 5000 años de antigüedad, se basa en dos leyes descritas hace poco por la física cuántica: la ley de la relatividad (el Yin-Yang que ya hemos visto hace unos meses) y la ley de la interrelación o interdependencia, expresada en los Cinco Reinos Mutantes, los Cinco Movimientos o el Wu Xing.
  Esta ley clasifica todo lo que existe (colores, olores, sabores, estaciones, órganos, sentimientos, cereales, alimentos, orientación, notas musicales, planetas, etc.) en cinco grandes grupos, denominados Reinos o Movimientos. Lo que pertenece al mismo Reino mantiene concordancia o resonancia energética con el resto, relación que muchas veces se nos escapa. 
   Como el pensamiento chino parte de la observación de la naturaleza, estos Reinos se nombraron con los elementos Agua, Madera, Fuego, Tierra y Metal. 
   Al Reino Mutante del Agua, pertenecen el Riñón y la Vejiga, el invierno, el norte, el sabor salado, el oído, los huesos, el miedo, el negro, la voluntad... El Reino Mutante de la Madera es el Hígado, la Vesícula Biliar, la primavera, el este, el verde, la imaginación, la vista, los músculos, el viento, el ácido, la cólera... En el Reino Mutante del Fuego tenemos el Corazón, el Intestino Delgado, el rojo, el calor, el verano, el sur, la alegría, el amargo, la conciencia, los vasos sanguíneos, etc. En el Reino Mutante de la Tierra nos encontramos el Bazo, el Estómago, el centro, la humedad, el estío, el dulce, el olor perfumado, el amarillo, la reflexión, la obsesión... Y en el Reino Mutante del Metal están el Pulmón, el Intestino Grueso, el este, el otoño, la sequedad, el blanco, el picante, la melancolía.... Os daréis cuenta que el admitir que todo lo que está dentro del mismo Reino guarda relación, puede implicar un verdadero "salto cuántico" mental para nosotros como pensadores occidentales.
  La genialidad del Wu Xing es que entre los distintos Reinos existen dos tipos de relaciones: de generación y de control.
  Para explicar el ciclo de generación (llamado chen o sheng) emplean parentescos: así el Agua es la madre de la Madera, ésta la Madre del Fuego, y así sucesivamente. De igual modo el Metal es el hijo de la Tierra y el Agua el hijo del Metal. Así tenemos un ciclo de asistencia, de ayuda, de "cuidado" en el que cada elemento genera y a su vez es generado por otro. Nadie está solo ni aislado y todos tienen que contribuir.
Para hacer que esta relación sea estable, es necesario que exista un control entre los miembros y lo explican de una manera muy gráfica y poética: el Agua apaga el Fuego, el Fuego funde el Metal, el Metal corta la Madera, la Madera orada la Tierra y la Tierra cubre el Agua. Es el ciclo ko o ke  por el que cada Reino controla a uno y es controlado a su vez por otro.
No es mi intención en esta entrada explicar en profundidad los Cinco Reinos Mutantes. Los que practican la Medicina Tradicional China los conocen perfectamente. Al resto de los lectores solo quisiera picarles la curiosidad para que investiguen un poco y se maravillen con la perfecta telaraña de relaciones en la que estamos inmersos. 
 Si analizáis un poco esta pentacoordinación, observaréis que se consigue el equilibrio perfecto, donde ninguno es más que nadie y todos son necesarios, porque todos se ayudan y se controlan entre sí, siguiendo el orden establecido. Cada uno de los Reinos está relacionado con los otros cuatro (es generado por uno, genera a otro, controla a un tercero y es controlado por el cuarto). Esto nos lleva a la comprensión de que TODO está relacionado,TODO está causado, y TODO influye en TODO. Por tanto no existen las casualidades, como vimos en la entrada anterior. Y de algún modo, al pertenecer a este sistema, podemos volver a concluir nuevamente que TODOS SOMOS UNO. 

    

lunes, 8 de octubre de 2012

Causalidades


    Los lectores aplicados que hayan leído el trabajo de "La Danza del Qi" que dio nacimiento a este blog, saben ya que la manera que tienen los chinos de abordar la realidad es muy diferente a la nuestra. Nosotros, representantes del saber racional, queremos encontrar el porqué de cada cosa que nos acontence, pero los orientales, cuyo conocimiento es básicamente intuitivo, no lo necesitan. Ellos consideran que todos los hechos forman una extensa unidad con una ley y un sentido, y piensan que las cosas no están subordinadas unas a otras, sino "colocadas" unas junto a otras formando un patrón según su posición en el Universo. Se comportan de manera "inevitable" influyéndose mutuamente por una especie de "resonancia" como si fueran los instrumentos de una orquesta. El Universo es un todo integral, una red de relaciones cuyos nudos son acontecimientos relacionados, en el que cada cosa solo se define por su función, y tiene sentido únicamente como parte de un patrón total.
      De todo ello podemos deducir que la CASUALIDAD no existe, idea que sí tienen incorporada muchas personas, entre las que me encuentro. Todo se mueve por "CAUSALIDADES", casi siempre sutiles y apenas percibidas, que forman parte del perfecto equilibro del Universo. 
 Un ejemplo de este pensamiento lo encontramos en el discurso que Steve Jobs dio en la Universidad de Stanford durante la apertura del curso de 2005, y que os recomiendo que escuchéis entero porque encierra enseñanzas muy hermosas. El no habla de de "causalidades", sino de "conectar los puntos", algo que no se puede hacer mirando hacia el futuro, sino solo echando la vista atrás. Mientras, dice él, hay que confiar en algo, "tu instinto, el destino, la vida, el karma" y esperar a que esos puntos se conecten más adelante.
  ¿Cuál es la enseñanza útil de todo esto?
  Hace poco he sido testigo en mi entorno de una serie de maravillosas "causalidades". He observado que es más fácil que éstas acontezcan cuando las personas están abiertas a los "milagros" de la Vida y son capaces de fluir con ella. Cada persona ha sido un regalo para la otra, y todas un regalo para el mundo.
 Pero la apertura a los milagros y el fluir tienen que ser una constante. Unos meses atrás se dieron una serie de circunstancias que me llevaron a hacer algo que me encantaba. Yo veía "claro" que todas aquellas "causalidades" que confluían en mí, se debían a que lo que hacía era lo que tenía que SER. Sin embargo la cosa no funcionó. Reconozco que me sentí "noqueada" por un tiempo y sin entender nada. Fue muy duro. Vi mi camino cortado. Pero al poco tiempo, fue apareciendo en el horizonte un panorama mucho mejor que aquél que yo veía tan claro. Y ahora estoy mucho más feliz con ello. Intento aprender de la experiencia y no me "instalo" en la situación, sino que estoy abierta a las nuevas "causalidades" que me lleven por los otros derroteros que la Vida tenga marcados para mí.



      Así que ya sabéis, aunque de vez en cuando un árbol obstruya nuestro camino, debemos continuar con la seguridad de que la Vida es amigable y que nos va a ir conduciendo al lugar adecuado, siempre que la escuchemos, estemos abiertos a las "causalidades" y no tengamos apego por ninguno de sus regalos, porque el siguiente, siempre será MEJOR.

viernes, 5 de octubre de 2012

Tú elijes


      Hace tiempo ya que llegué a la conclusión de que el estar bien es una elección. Cada vez que se lo he dicho a alguien la respuesta era "¡Sí, hombre! Lo dices porque tú no ..... tienes/vives/haces lo que yo", pero, con un poco de paciencia y mucho de pasión, conseguía demostrarles, cuando les contaba mi vida, que con las mismas circunstancias que tengo, podría haber sido terriblemente desdichada. 
     Cada vez estoy más convencida de que el "estar bien" es una elección y una decisión, y no un aspecto de nuestra vida que dependa de circunstancias externas, ya que siempre estaremos rodeados de suficientes motivos para ser inmensamente felices o inmensamente desgraciados.
      Pensemos durante un momento en todas las cosas que no tenemos... La lista seguro que es larga. Si decidimos "conformarnos" con nuestras posesiones y centrarnos en las personas que nos rodean.... ¿a cuántas de ellas cambiaríamos? Mejor no lo confesemos en voz alta. Y si reflexionamos sobre nosotros mismos ¿cuántas carencias nos encontramos? ¿cuántos defectos? ¿cuántas dolencias? Conclusión: tenemos suficientes motivos para ser desgraciados e infelices.
Pero cambiemos ahora el punto de vista. Pensemos en todas las cosas que tenemos... De muchas de ellas no seremos conscientes hasta que nos comparemos con otros menos afortunados. Demos un repaso a nuestras posesiones: ropa, libros, teléfono, ordenador, casa, coche, joyas, comida... Fijémonos luego las personas que nos rodean: familia, amigos, conocidos, vecinos... Y pensemos después en nosotros mismos: podemos ver, oír, hablar, pensar, respirar, andar.... Y llegamos a la misma conclusión: tenemos suficientes motivos para ser muy muy dichosos.
   ¿Cómo hacer entonces para "estar bien"? Es simple de expresar: decidiendo estar bien. Pero es difícil de realizar, ya que hay que ir eligiendo en cada momento la opción más positiva, y eso no es tan sencillo. Y no lo es, creo yo, porque aunque lo entendemos perdemos la perspectiva. Nos vemos inmersos en el problema y nos olvidamos de la elección. O la posponemos diciendo: "cuando resuelva esta situación, cuando pase el verano, cuando consiga esto..." entonces, elegiré estar bien. Y claro, la situación se perpetúa en el tiempo.
   AHORA es el momento, el mejor momento, bueno... realmente el ÚNICO momento para decidir cómo queremos andar el camino. Habrá quien prefiera solo ver las piedras, o lamentarse porque no hay calzada. Yo elijo respirar el aire puro, fundirme con los árboles y mirar el sol entre sus ramas. Yo elijo estar bien. ¿Y tú?
     

martes, 21 de agosto de 2012

La sociedad está enferma

     Estamos viviendo tiempos...digamos, "especiales". Se podrían calificar de "difíciles", aunque yo reservaría este adjetivo para situaciones como la sufrida durante la II Guerra Mundial, o la que están viviendo en muchos puntos de África en estos momentos.
 Las ciudades están tristes. El desencanto va tiñendo como una sombra las miradas y sonrisas de la gente, y el aire cada vez se respira más cargado de incertidumbre y pesimismo. Los retazos de conversaciones por la calle no son iguales a otros meses de agosto, cuando solo se hablaba del calor, las rebajas, las vacaciones, o la terraza en la que pasamos la noche anterior. Ahora se habla de recortes, de paro, de la intervención, del euro, de la prima....Los que conservamos el trabajo (¿por cuánto tiempo?) vemos impotentes cómo vamos perdiendo sueldo, derechos, descansos, medios materiales.....y también ilusión, ganas y optimismo.
      Asistimos asombrados a la falta de palabra de los gobernantes (¿dónde quedó la "palabra de honor" de nuestros abuelos, o incluso la seguridad jurídica de todo Estado de derecho?) y a cómo los pilares de la sociedad tiemblan por la "calificación" que ciertas personas deciden dar a ... ¿nuestra deuda? ¿nuestra economía? ¿nuestra vida?.
   Haciendo un símil con el cuerpo, parece pues, que la sociedad está enferma. ¿Por qué? Pues por lo mismo que enfermamos los seres humanos y explicamos en su momento. Nuestra sociedad ha dejado de cumplir la función correcta. Si somos honrados con nosotros mismos y analizamos las causas que nos han llevado hasta aquí, veremos que muchos de los valores que debieran ser "intrínsecos" a la vida han desaparecido: la solidaridad, la autenticidad, el respeto o el trabajo bien hecho han sido sustituidos por el aparentar, el endeudarse, el usar y tirar, el engaño o el hacer de nuestro hacer una continua chapuza para salir del paso.
   No es mi intención profundizar en la situación. Valgan estas pinceladas para que cada uno, con honradez, se examine por dentro y por fuera y reconozca el granito de arena que ha puesto para que nuestra sociedad esté enferma. Porque los responsables de esto somos todos (recordad, TODOS SOMOS UNO, para lo bueno y para lo malo).
   ¿Qué hacer entonces? Pues lo mismo que cuando el enfermo es nuestro cuerpo, ya que cada uno somos una célula de la sociedad (hepática, cardíaca o cerebral, la que nos haya tocado) y cada célula debe realizar una función determinada en aras de que el cuerpo funcione en unidad. Debemos entrar en "nuestro templo" y ver qué nos está indicando la enfermedad. A cada uno nos dirá cosas distintas, y eso será lo que debamos cambiar en nuestras vidas, pues la sociedad es la suma de todos nosotros.
   El futuro no está escrito. Lo que creemos vislumbrar como inevitable no son más que meros esbozos del cuadro final, cuadro que vamos coloreando con nuestros pensamientos, actitudes y acciones del ahora. Hoy vivimos el resultado de lo que hicimos ayer, y mañana tendremos el resultado de lo que hagamos hoy. El presente es el momento de comprensión de esta realidad. 
     Nuestra sociedad está enferma, y en esta ocasión, los sanadores somos todos. Si solo pensamos en crisis, escasez, dificultades, eso será lo que tendremos. Cambiemos estos pensamientos por los de honradez, abundancia, amor, goce, paz, satisfacción, solidaridad.... y hagamos nuestra parte, cada uno la suya. Confiemos en que la sociedad vaya recobrando poco a poco la salud y la Vida nos muestre la pintura más hermosa que hubiéramos podido imaginar, pero no exigiendo que predomine "mi" color, sino fluyendo con los colores de los demás. Y seguro que nos llevaremos la grata sorpresa de un mundo mejor.




martes, 7 de agosto de 2012

Los tratamientos


      En una primera aproximación podemos decir que un tratamiento de acupuntura es el conjunto de resonadores y formas de trabajarlos que un terapeuta elige ante la patología de un determinado paciente. Aunque lo más corriente es que se trabaje con agujas y moxibustión, hay otros instrumentos terapéuticos que emplea la Medicina Tradicional China, como las ventosas, el martillo de siete puntas, el masaje, el qi gong, etc.
      Aunque sé que el pensamiento chino no puede ser clasificado al estilo occidental (leed aquí el trabajo de "La danza del Qi") para aclararme, yo divido en tres los tipos de tratamientos. Todos son útiles y válidos, y el empleo de uno u otro viene determinado por cada caso concreto.
      Primero están los que denomino tratamientos "sintomáticos". Son como tomar una aspirina para quitar el dolor. Las agujas de acupuntura corrigen el síntoma regulando el flujo de la energía, pero realmente no tratan la causa. Hay algunos que son muy eficaces y rápidos, y en todo caso son mucho mejores que los tratamientos de la medicina alópata porque no tienen ningún efecto secundario.
    El segundo grupo, que constituye el grueso de tratamientos de acupuntura, son los que yo llamo "físicos u orgánicos". Ya sabemos que el cuerpo humano está recorrido por una serie de canales por los que circula la energía: son los canales de acupuntura. Cuando se realiza la historia de un paciente, el terapeuta toma buena nota de todos los síntomas que éste presenta, y con ellos crea un "mapa energético" clasificándolos según los Cinco Reinos Mutantes (Agua, Madera, Fuego, Tierra y Metal). Entre estos Reinos hay una serie de relaciones de generación y de control, y la habilidad del terapeuta está en elegir aquellos resonadores que permitan reequilibrar todos los Reinos.
 Estos tratamientos tratan la causa de la disarmonía energética (que puede ser un estancamiento de Humedad, un déficit del yang de Hígado, un exceso de Fuego....) y se busca dispersar la energía en los lugares en que está atascada, desviar desde los lugares donde ésta fluye con normalidad a los sitios donde está en déficit, etc. Su eficacia está probada, y solucionan problemas que la medicina occidental en ocasiones no sabe abordar.
  Hay por último, otros tratamientos, que yo llamo "espirituales o alkímicos". En ellos el terapeuta se sitúa en lo más alto, como si de un águila se tratara, planeando y observando la situación del paciente. Se busca mirar desde arriba todo el panorama, obviando las cuestiones más "físicas" y terrestres (esta o aquella enfermedad, este o aquel síntoma) y valorando las cuestiones más espirituales y "álmicas" (destino, karma, aprendizaje...). Cuando diseño este tipo de tratamientos, intento "no estar", que intelecto y conocimientos se queden en tierra y mi espíritu adquiera la visión del águila, apartando mi mente y escuchando. Normalmente me vienen a la cabeza nombres de resonadores, o sensaciones que después intento traducir. Así salen, por ejemplo, los tratamientos por el nombre de los resonadores. El objetivo es ir a la causa profunda, colocando al ser en disposición de seguir o retomar el camino cuyo abandono originó la enfermedad. 
     De mi primer tratamiento en este sentido os hablé en la entrada anterior. Una paciente iba saltando de una enfermedad a otra, y mi profesor de acupuntura me sugirió lo siguiente: abrir la "puerta del destino" (con Ming men), para subir a la "terraza del espíritu" (Ling tai) desde donde el ser pueda otear el horizonte con suficiente perspectiva y seguir su destino en unión (de todos sus aspectos, con los puntos de apertura del Yin Oe y Yang Oe, los canales de la unión), con equilibrio (con los puntos de apertura del Yin keo y del Yang keo, los canales del equilibrio) y con sinceridad (Shan zhong, el "Centro de la Sinceridad"). ¿Existe mayor perfección en un tratamiento?  
     Con esto sintetizamos lo hablado en las tres últimas entradas, la enfermedad, el terapeuta y el tratamiento: el terapeuta es un instrumento por el que la Vida intenta reconducir al ser enfermo para que encuentre, cumpla y acepte su destino, y se dé cuenta de que la enfermedad es solo el signo que el Universo le ha dado para ello.


miércoles, 25 de julio de 2012

El terapeuta

     Mi corta experiencia como terapeuta de Medicina Tradicional China se asemeja a la de un niño que va abriendo lentamente paquetes dejados por hadas y gnomos bajo el árbol de Navidad. Cada paciente ha sido y es un regalo, lleno de la magia que se desprende de una varita. Y no porque yo haya hecho nada, sino porque las cosas que han ocurrido en nosotros han sido "mágicas". Y digo en "nosotros" porque el regalo más grande lo he recibido yo.
      Desde hace tiempo me enseñaron, y con la experiencia lo he aprendido, que el terapeuta realmente no "hace" nada. Es un mero canal, un intermediario entre la persona que tiene delante y el Cielo, Dios, la Vida... o como lo queráis llamar. Nosotros, los terapeutas, no "curamos" a nadie. Si acaso a nosotros mismos, porque con el concepto de enfermedad que hemos visto, uno es quien se sana a sí mismo aprendiendo lo que la enfermedad pretende enseñarte y reconduciendo tus pasos por el camino que debes seguir.
  Como mucho, los terapeutas utilizamos las herramientas que tenemos, en este caso los diferentes instrumentos que emplea la Medicina Tradicional China, para ser el "cable" que conecte la "fuente de alimentación" con el paciente. Y el resultado, os lo aseguro, no depende del cable.
       Lo que sí es un terapeuta es alguien a quien la Vida le pone personas en su camino para ir avanzando. Y yo les estaré siempre agradecida al puñado de personas que confiaron en mí y que fueron mis primeros pacientes.
 Mi andadura como terapeuta comenzó con una paciente operada de cáncer. Fue como la madre que me empujó del nido para que probara mis nuevas alas; con ella me lancé. Afortunadamente no tuve que plantearme ni el diagnóstico ni el tratamiento, ya que había uno probado en la Escuela para paliar los efectos de la quimioterapia, así que todo era cuestión de "atreverse" a poner agujas en el cuerpo de otra persona. Mi experiencia previa eran meros "escarceos" con mi marido y mis hijos de dudosos resultados. ¡¡Me discutían hasta dónde poner las agujas...!! Y con ella empecé a punturar, incluso resonadores dolorosos. Fue el inicio.
 A continuación, aprendí que un módulo de regulación ya establecido, puede servir perfectamente como un tratamiento. Fue supervisado por mi profesor de acupuntura, yo tan solo añadí un pequeño "toque" personal, y fui testigo expectante de cómo, poco a poco, mi paciente empezaba a sentir cambios en su cuerpo y en su espíritu.
     Hubo una persona que cada cierto tiempo tenía "otra" enfermedad importante. Yo me veía como una loca "persiguiendo" enfermedades sin mucho resultado y sin mucho sentido. Ella me llevó a entender lo que dice el Sowen: lo primero es tratar al ser. Toda enfermedad no es más que el síntoma de una causa profunda, y si no se trabaja ésta es como cambiar la posición de las piezas en un tablero de ajedrez, pero sin jugar realmente la partida. Desconozco esa causa, patrimonio exclusivo de cada alma, pero sí hay formas de ayudar a que la persona la descubra y pueda actuar.  
   Otro paciente, "casualmente" vino después del Seminario de "Diagnóstico y tratamiento a través del nombre de los resonadores", del que ya hemos hablado. Iñaki nos mostró cómo diseñar tratamientos haciendo un "canto" con los nombres de los resonadores, y yo me atreví a poner un tratamiento sin consultar a nadie, dejándome llevar por la intuición y realizando un canto. El resultado para la persona fue increíble, pero más lo fue para mí, porque por primera vez "me dejé llevar" y "confié". Vamos, que hice lo que yo tanto predico que hay que hacer. Y el resultado ha sido mágico, porque me sentí de verdad intermediaria, supe que "se hizo" a través de mí, y que yo tan solo fui la mano que el Todo necesitaba para poner las agujas.
   Como veis mi andadura como terapeuta es un camino en el que se han apostado varios seres que me están permitiendo aprender muchas cosas: a conocerme y probarme a mí misma, a tener ilusión, confianza, intuición y habilidad, a aceptar que a veces la persona mejora y otras no, y a saber por dentro lo que dicen mis apuntes: hay que ser testigo de la magia, aprender a manejar la varita y la chistera, y tener la humildad de la comprensión de que el Mago siempre es Otro. Mi única función es ofrecerme, dar las gracias y sonreír.

       

domingo, 24 de junio de 2012

La enfermedad


      En los dos meses de andadura de este blog de Medicina Tradicional China 2.0 hemos visto ya bastantes cosas: sabemos lo que es el qi y cómo baila, el concepto de yin-yang, qué son los resonadores (incluso hemos trabajado con alguno de ellos), qué son los jiaos, cómo respirar... y también cómo ser dichoso (¡no feliz!), cómo actuar con impecabilidad y QUE TODOS SOMOS UNO (espero que esto al menos haya quedado claro).
     Antes de pasar a conceptos más propios de medicina china, como los Reinos Mutantes, tengo intención de ver en tres entradas consecutivas qué es la enfermedad, para qué sirve un terapeuta y cómo son los tratamientos de Medicina China. Y digo "tengo intención" porque el blog tiene vida propia, y no siempre quiere lo mismo que yo.
     Para empezar creo que debemos de tener claro qué es la enfermedad dentro de este mundo, porque solo comprendiendo el proceso podremos aliarnos con él y utilizarlo como trampolín de desarrollo personal y espiritual.
Para los orientales, la salud reside en el equilibrio entre pensamiento, sentimiento y acción. Esta frase merece una cuidada reflexión. ¿Cuántas veces pensamos una cosa, sentimos otra y decimos una muy distinta? Estamos disociados, y ello nos lleva a enfermar. El hombre es un ser entre el cielo y la tierra (recordemos las tres alimentaciones, celeste, humana y terrestre) y si no somos ese intermediario entre las fuerzas cósmicas y telúricas dejaremos de cumplir nuestra función y nuestra forma se deteriorará.
   ¿Son el dolor y la enfermedad consustanciales a la existencia del hombre? Parece que el dolor sí, ya que es el mecanismo de aviso que tiene el cuerpo para sobrevivir (si me quemo, me duele para que retire la mano del fuego). Sin embargo la enfermedad es algo cultural, y depende de cómo vivamos los procesos. De hecho, en la Escuela Neijing la definimos como un proceso evolutivo de la salud.
   "La Vida siempre habla a los hombres en susurros. Hay que saber entender las señales, porque si no te pega gritos con enfermedades". Esta es una de las primeras frases sabias que tengo en mis apuntes. Está claro que la humanidad no sabe escuchar, y por eso hay enfermos y por eso existimos los terapeutas.
   ¿Cómo abordar, pues, la enfermedad? Si cada ser viene aquí con un proyecto que cumplir, cuando deja de realizarlo enferma, porque el cuerpo presenta una resistencia al estar diseñado para la función correspondiente. No debemos ver entonces la enfermedad como un huésped enemigo, sino como una pérdida de equilibrio con el medio. La enfermedad viene para que el ser no se resista, y si nos abandonamos, descubrimos el tesoro que encierra. 
     El Sowen, uno de los libros más antiguos de Medicina China, nos dice que en la alta antigüedad, cuando el ser enfermaba se refugiaba en el templo. Esto, en palabras de hoy, significa que cuando enfermamos debemos ir hacia adentro, a nuestro interior, a nuestro templo, y ver qué nos está susurrando (o gritando) la Vida. Sin embargo, lo que hacemos es tomar rápidamente una pastilla que nos quite el síntoma para poder seguir con nuestras actividades diarias, y perdemos la posibilidad de escuchar lo que esa enfermedad quiere decirnos. Cuanto menor y más persistente sea la falta de escucha, mayor será el problema que nos generemos. 
  "Debes ser más flexible", nos dicen el dolor de rodilla y la arterioesclerosis, "no dejes de avanzar", dice el pie dañado, "cuida lo que hablas" nos dice la afonía, "libérate de tantas cargas inútiles" nos grita el dolor de espalda..... Cada uno podemos preguntarle a nuestro cuerpo doliente qué nos quiere decir, y hacerle caso.
   Hay veces que el proceso de enfermedad, o incluso de deterioro natural del cuerpo se presenta como inevitable. La actuación entonces sería no luchar contra ello, sino aceptarlo como la evolución hacia un nuevo sentido de vida. Es claro que con 60 años no podemos hacer lo mismo que con 20. ¿Es eso estar enfermo? Por supuesto que no. Ya sabemos que cualquier equilibrio solo puede ser dinámico, y el estado de salud es un estado de equilibrio. Si comprendemos que cada edad tiene el suyo (un joven tiene mucho yang, está en proceso de expansión, mientras que un anciano tiene mucho yin, está en proceso de contracción), hagamos igual con la enfermedad. Ello nos permitirá ir fluyendo en cada etapa, y darnos cuenta de que si la forma está modificándose también lo debe hacer la función, porque ambas forman un tao.
  ¿Vive Stephen Hawking como un enfermo? Tiene todas las papeletas para ser un minusválido dependiente e inútil, pero él supo fluir con su esclerosis lateral amiotrófica y hoy es uno de los físicos y cosmólogos más brillantes de nuestro tiempo. Tomemos ejemplo de él y de tantos otros valientes y empleemos la enfermedad como un proceso evolutivo de la salud, una oportunidad de explorar nuevos mundos, nuevas experiencias, nuevas tareas, y no como una oportunidad para la queja, el lamento o el manejo a los demás.
   Escuchemos nuestro cuerpo y démosle gracias de todo corazón, porque nos está hablando con el lenguaje que conoce. Hagámonos responsables de la enfermedad, como si fuera una invitada. Si está de paso, charlemos con ella, veamos qué nos cuenta y volvamos a retomar nuestro camino. Y si viene para quedarse, arreglemos la casa, hagamos una habitación nueva para ella y pintemos las paredes de colores. Seguro que nos muestra otro camino distinto, que será el que tengamos que seguir... adelante, siempre adelante.


jueves, 14 de junio de 2012

¡Respira!


      A ninguno se le escapa la importancia de la respiración. Podemos estar muchos días sin comer, algunos sin beber, pero solo minutos sin respirar. De hecho, la vida es el tiempo que transcurre entre la primera inspiración y la última exhalación.
      Sin duda hemos leído o escuchado alguna vez consejos sobre cómo respirar, los beneficios que conlleva el hacerlo bien, lo fundamental que es llevar oxígeno a todas las células, etc. etc. y que no vamos a repetir aquí. Pero la Medicina China nos enseña algo más.
     Para esta tradición hay tres tipos de alimentación: la celeste, la terrestre y la humana. La primera, considerada la más importante, se lleva a cabo mediante la respiración. Los nutrientes de las otras son los alimentos y los sentimientos. 
     Ya sabéis que de manera habitual los chinos practican tai chi o qi gong, suaves movimientos realizados al compás de la respiración. Con ello, aparte de mover el cuerpo, saben que están alimentándose del qi celeste. 
    ¿Habéis observado lo llenos de energía que nos sentimos cuando respiramos profundamente? Es debido a que además de llenar nuestros pulmones de aire, estamos alimentando nuestra estructura. Si somos conscientes de ello, podemos aumentar nuestra vitalidad con algo que hemos de hacer necesariamente.
    Una de las cosas que más me gusta de la Medicina Tradicional China es que es capaz de tratar las enfermedades desde lo muy concreto hasta lo muy general. Ellos describen que en el cuerpo hay tres jiaos, expresión que se ha traducido como "calderos", "fogones" o "recalentadores", a través de los cuales podemos regular todas las funciones del organismo. Está el jiao inferior, que regula las funciones genito-urinarias, el jiao medio, que regula la función digestiva y el jiao superior que regula la función cardio-respiratoria. El primero se sitúa en la región infraumbilical, el segundo en el estómago, y el tercero en el centro del pecho. ¿Y cómo lo hacemos?
 Con el elemento terapéutico más eficiente y sencillo que tiene el ser humano: la respiración. Sí, simplemente respirando por cada uno de los jiaos regulamos las funciones correspondientes. Yo les enseño a mis pacientes de la siguiente manera: tumbados boca arriba, se inspira por la nariz y se exhala por la boca entreabierta. Hay que saber que la respiración consta de cuatro tiempos: inspiración, pausa, exhalación y pausa, y que las pausas son muy importantes (en ellas las energías hereditarias se expanden). Para respirar por el jiao inferior se coloca una mano por debajo del ombligo y se intenta respirar solo por ahí, sintiendo que la mano asciende y desciende siguiendo el ritmo de la entrada y salida del aire. Lo mismo haremos colocando la mano en el estómago y por último en el pecho. Cada vez hay que intentar que sea un solo jiao el que se mueva. Observaremos que uno nos resulta más fácil que otro, pero poco a poco seremos capaces de hacerlo. Os invito a que respiréis de esta manera. Los resultados os sorprenderán. Y es sanador.
  La respiración es inevitable, automática e involuntaria, y nos conecta con todo el Universo. Además, y esto es para mí lo más importante, nos habla de la solidaridad y de que TODOS SOMOS UNO ¿Por qué? Nosotros inspiramos lo que otros exhalan, y los demás van a respirar el aire expulsado por nosotros en un infinito círculo solidario, igualmente inevitable, automático e involuntario. Vivimos inmersos en el océano de respiraciones de todos los seres vivientes. Por eso tenemos que tener mucho cuidado con lo que pensamos, sentimos y decimos, porque eso será lo que salga de nuestros pulmones, y permanecerá en el ambiente que volveremos a respirar, nosotros y los demás.     
   Los que me conocen saben que, en cualquier momento de crisis, siempre les digo: "¡Respira!". Porque si se respira desde la zona infraumbilical se mueve la energía ancestral que nos muestra el mensaje del Cielo, como ya vimos en la entrada de la Danza del Qi. "¡Respira!" Porque cuando respiramos conscientemente volvemos al presente, y en el presente todo está bien (son nuestros pensamientos sobre el pasado o el futuro, que en verdad no existen, lo que nos produce ansiedad). "¡Respira!" Porque así recibimos la alimentación celeste, y con ella el mensaje de que la Vida es amigable y nos nutre. "¡Respira!" Porque si lo haces significa que estás vivo, y cuando hay vida hay oportunidades y posibilidades, y el único problema es saber verlas. "¡Respira!" porque así te puedes vaciar y permitir que lo nuevo entre y te renueve. "¡Respira!" y encontrarás la paz dentro de ti, y entonces dejarás de luchar y podrás mirar a la Vida a los ojos preguntando: "¿qué quieres que haga?". Y la Vida te dirá....."Confía y escucha". Y tú simplemente sonreirás.

martes, 5 de junio de 2012

El yin y el yang

       
       Vamos a abordar en esta entrada uno de los conceptos chinos más conocidos en Occidente, y que describe toda una concepción del mundo: el yin y el yang. Ambos son las fases de un movimiento cíclico en el que oscilan todos los fenómenos. Así, el yang  se corresponde con la actividad, el día, la luz, la energía, lo masculino... y el yin se corresponde con la quietud, la noche, la oscuridad, la materia, lo femenino.
        Todos asociamos los conceptos yin-yang con el símbolo del taijitu, círculo de dos colores, normalmente blanco y negro, con una curiosa disposición, llena de sabiduría: la mitad blanca, la parte yang, contiene en su interior un punto negro; la mitad negra, la parte yin, contiene en su interior un punto blanco. El círculo está dividido en dos partes iguales por una línea sinuosa que lo dota de movilidad. Ya veremos cómo lo interpretamos.

Otra manera que tienen los chinos de representar el yin y el yang es mediante líneas: una línea discontinua es el yin, la contracción, y una línea continua el yang, la expansión. De las combinaciones de éstas han salido los 8 trigramas del Octograma de Fushi (a quien dedicaremos una entrada) y los famosos 64 hexagramas del I ching, el libro adivinatorio chino por excelencia.
     
      Por último, y puesto que somos lectores aventajados y ya sabemos lo que es un ideograma, os voy a mostrar los ideogramas de yin y de yang, mucho menos conocidos. Recordaréis que el origen de los ideogramas son los pictogramas, y que empleaban imágenes de la naturaleza para representar conceptos abstractos. Así, los conceptos yin-yang los equiparan, respectivamente a la ladera oscura y soleada de una colina.  
      Nada es totalmente yang ni totalmente yin, y son conceptos relativos: el atardecer es yang respecto a la noche, pero es yin respecto al mediodía. Por otro lado, ambos son interdependientes, uno no puede existir sin el otro y están en constante equilibrio dinámico: cuando uno crece el otro mengua. 
       Tranquilos que no voy a hacer un análisis exhaustivo de estos conceptos (hay cientos de libros que podéis consultar si queréis profundizar) pero sí quiero compartir dos reflexiones. 
      La primera nos lleva, una vez más, a la idea de que todos somos uno (¡qué queréis, siempre barriendo para adentro!) .
      Si observáis el fantástico círculo de los dos colores, lo primero que vemos es que cada parte lleva en su interior el opuesto. Traducido a la vida real, significa que nada es totalmente bueno ni totalmente malo. ¡Pues vaya conclusión!. Sí, pero eso también nos lleva a darnos cuenta de que esa situación o esa persona que tanto odiamos, tienen dentro un círculo blanco, y que si yo me veo de blanco radiante, en verdad llevo también un punto negro. Es decir, que la diferencia entre el amigo y el enemigo es "relativa", porque ambos son iguales en esencia, solo varían en la cantidad de "blanco" y de "negro". O sea, que no existe la distinción amigo-enemigo, guapo-feo, mío-tuyo, espiritual-material, tonto-listo. ¡Adiós diferencias! 
      Los que ya me vais conociendo, sabréis que no me atraen nada los conceptos filosóficos que no son capaces de formar parte del día a día. Decir que todos somos uno es fácil y bello. Pero "vivirlo" es otra cosa. Os propongo como ejercicio pensar en el mayor enemigo que tengamos, y comprender que dentro de él hay una parte de mí, y más aún, que dentro de mí hay una parte de él. Eso es más complicado, porque tendríamos que hacerlo extensivo a los "culpables" de la situación que cada uno vive (los políticos, los banqueros, los padres, los hijos, los vecinos...).
      Tuve la suerte de estar en Nueva York en el décimo aniversario del atentado contra las Torres Gemelas. En St. Paul´s Chapel, la que se conoce como la "Iglesia del Milagro" porque sobrevivió al incendio de 1776 y al atentado de 2001, se hizo un homenaje a las víctimas, llenando las verjas del templo de lazos blancos con un mensaje escrito por los que pasábamos por allí. Fue muy emocionante. Había frases en todos los idiomas y hubo una que me impactó. "All is one". Todo es Uno, aún más integradora que "todos somos uno". Entonces comprendí lo duro que es vivir esa creencia, porque esa frase decía que los terroristas, y las víctimas, y sus familiares, y los héroes, y los cobardes, y nosotros los turistas, éramos UNO. Así que, antes de juzgar a nadie, me lo pienso e intento buscar qué hay de mí en él y que parte de lo que critico soy yo. Ello me está llevando a ser mucho más tolerante con los otros y conmigo misma.
       La segunda reflexión que quiero compartir es que si yin y yang están siempre en un equilibrio dinámico y todo lleva dentro su contrario, el pasar de un lado al otro es solo cuestión de ir buscando un nuevo equilibrio, no crear algo de la nada. Si yo, por ejemplo, me considero tacaño y quiero ser generoso (tengo la parte yin muy muy grande y el yang ha quedado relegado a un minúsculo puntito) puedo cambiar poco a poco aumentando la parte pequeña o disminuyendo la grande, porque en ambos casos se irá modificando la proporción. Y no es tan difícil si entendemos que yo "también" soy generoso. 
  Así, cuando nos tracemos un objetivo y lo veamos lejano e inalcanzable, acordémonos del yin y del yang y visualicemos el círculo bicolor. Saber desde dentro que parte de lo que queremos conseguir está ya conseguido, nos hará tener más confianza en nosotros mismos, y convertirá cada reto en una búsqueda del equilibrio entre el yin y el yang, en lugar de una angustiosa carrera hasta la meta final. Porque el verdadero objetivo no es estático, no es llegar a ningún sitio sino, ser capaces de recorrer el camino con gozo (ya sabemos lo que es), encontrando y manteniendo el equilibrio entre el yin y el yang





miércoles, 30 de mayo de 2012

Impecabilidad




Este fin de semana he estado en un seminario de Medicina Tradicional China muy especial llamado ”Diagnóstico y tratamiento a través del nombre de los resonadores”. ¡Sugestivo el título! ¿Verdad? 
El seminario da para hacer entradas toda una vida. Ya lo iréis viendo. El contenido ha sido tan bueno, que sé que cada uno de los asistentes lo ha vivido como lo necesitaba en ese momento: entretenido, interesante, divertido, profundo, curioso, fantasioso… En mi caso lo definiría como “esclarecedor”, ya que resolvió dudas que me planteaba desde hace tiempo, e “inspirador”, porque me ha abierto infinitas y mágicas posibilidades terapéuticas. Iñaki, el profesor, fue ameno, inteligente y muy divertido.
Una de las sorpresas que me llevé fue encontrarme con Juan Luis, mi primer profesor de Qi gong, gracias al cual estudié Medicina Tradicional China. ¡Cómo se movía cuando asistía a sus clases! Si quisiera poner un ejemplo de “la Danza del Qi”, le pediría a Juan Luis que hiciera qi gong, porque en sus movimientos, hace ya cuatro años, yo descubrí la sutileza y el arte del qi.
Le recuerdo caminando con lentitud, en círculo, rodeándonos con su energía, mientras hablaba pausadamente de los grandes principios de la Medicina China (el Qi gong es una de las Artes Mayores). Una de sus palabras favoritas era “impecabilidad”, que en mí quedó grabada desde entonces. “Im-pe-ca-bi-li-dad”. En los movimientos, en el respirar, en el hablar… en el hacer, a fin de cuentas. Y ser impecable no es ser perfecto, es hacer todas las cosas, tanto las importantes como las cotidianas con amor, con cuidado, con dedicación. Impecabilidad. Él actuó así en sus clases, y ello enraizó en mí.
Este fin de semana pude darle un fuerte abrazo después de tres años y le dije cuánto me habían impactado sus enseñanzas, que de hecho dieron un giro importante a mi vida. Y se lo agradecí con todo mi corazón. En sus ojos descubrí sorpresa y alegría. Él daba sus clases con impecabilidad, sin esperar nada, y seguro que nunca supuso que sus palabras pudieran calar tan hondo. Pero la realidad es que a mí, y a través mío a otras personas, esas palabras nos han cambiado la vida.
¿Por qué os cuento todo esto? Para mostraros un ejemplo de lo que es actuar con im-pe-ca-bi-li-dad y cuáles son sus inesperados resultados.

Ayer mismo una amiga se quejaba de que ella actuaba con generosidad, compartía sus conocimientos e información, y que había descubierto cómo terceras personas se aprovechaban de sus aportaciones sin siquiera nombrarla. Estaba enfadada y se angustiaba por el futuro y por las consecuencias de todo ello. Yo le decía que no luchara contra la corriente, sino que fluyera con la Vida porque la Vida no es el enemigo y no hay que pelear con ella. Esta mañana, me sonreía feliz diciendo: “¡no te lo vas a creer! ¡He empezado a fluir y me están ocurriendo un montón de cosas buenas!”. Y así, de las personas más insospechadas le han surgido oportunidades, y todo porque ella había dejado de ir contracorriente, y porque en todo momento había actuado con impecabilidad.
Ser impecable es hacer las cosas bien porque sí, sin ningún motivo. Es tirar a la papelera ese papel aun cuando nadie nos ve, es cuidar las cosas aunque no sean nuestras, es hablar con el corazón a los demás aunque no nos escuchen (o eso parezca). Ser impecable es actuar con honradez, con sinceridad, con bondad. No es hacerlo todo bien ni ser perfectos, es poner el alma y todos nuestros sentidos en cada cosa. Es "gozar", como vimos en la entrada anterior. 
Y si actuamos así, un día cualquiera la Vida nos dará una agradable sorpresa, porque habremos sido impecables con ella.