miércoles, 25 de julio de 2012

El terapeuta

     Mi corta experiencia como terapeuta de Medicina Tradicional China se asemeja a la de un niño que va abriendo lentamente paquetes dejados por hadas y gnomos bajo el árbol de Navidad. Cada paciente ha sido y es un regalo, lleno de la magia que se desprende de una varita. Y no porque yo haya hecho nada, sino porque las cosas que han ocurrido en nosotros han sido "mágicas". Y digo en "nosotros" porque el regalo más grande lo he recibido yo.
      Desde hace tiempo me enseñaron, y con la experiencia lo he aprendido, que el terapeuta realmente no "hace" nada. Es un mero canal, un intermediario entre la persona que tiene delante y el Cielo, Dios, la Vida... o como lo queráis llamar. Nosotros, los terapeutas, no "curamos" a nadie. Si acaso a nosotros mismos, porque con el concepto de enfermedad que hemos visto, uno es quien se sana a sí mismo aprendiendo lo que la enfermedad pretende enseñarte y reconduciendo tus pasos por el camino que debes seguir.
  Como mucho, los terapeutas utilizamos las herramientas que tenemos, en este caso los diferentes instrumentos que emplea la Medicina Tradicional China, para ser el "cable" que conecte la "fuente de alimentación" con el paciente. Y el resultado, os lo aseguro, no depende del cable.
       Lo que sí es un terapeuta es alguien a quien la Vida le pone personas en su camino para ir avanzando. Y yo les estaré siempre agradecida al puñado de personas que confiaron en mí y que fueron mis primeros pacientes.
 Mi andadura como terapeuta comenzó con una paciente operada de cáncer. Fue como la madre que me empujó del nido para que probara mis nuevas alas; con ella me lancé. Afortunadamente no tuve que plantearme ni el diagnóstico ni el tratamiento, ya que había uno probado en la Escuela para paliar los efectos de la quimioterapia, así que todo era cuestión de "atreverse" a poner agujas en el cuerpo de otra persona. Mi experiencia previa eran meros "escarceos" con mi marido y mis hijos de dudosos resultados. ¡¡Me discutían hasta dónde poner las agujas...!! Y con ella empecé a punturar, incluso resonadores dolorosos. Fue el inicio.
 A continuación, aprendí que un módulo de regulación ya establecido, puede servir perfectamente como un tratamiento. Fue supervisado por mi profesor de acupuntura, yo tan solo añadí un pequeño "toque" personal, y fui testigo expectante de cómo, poco a poco, mi paciente empezaba a sentir cambios en su cuerpo y en su espíritu.
     Hubo una persona que cada cierto tiempo tenía "otra" enfermedad importante. Yo me veía como una loca "persiguiendo" enfermedades sin mucho resultado y sin mucho sentido. Ella me llevó a entender lo que dice el Sowen: lo primero es tratar al ser. Toda enfermedad no es más que el síntoma de una causa profunda, y si no se trabaja ésta es como cambiar la posición de las piezas en un tablero de ajedrez, pero sin jugar realmente la partida. Desconozco esa causa, patrimonio exclusivo de cada alma, pero sí hay formas de ayudar a que la persona la descubra y pueda actuar.  
   Otro paciente, "casualmente" vino después del Seminario de "Diagnóstico y tratamiento a través del nombre de los resonadores", del que ya hemos hablado. Iñaki nos mostró cómo diseñar tratamientos haciendo un "canto" con los nombres de los resonadores, y yo me atreví a poner un tratamiento sin consultar a nadie, dejándome llevar por la intuición y realizando un canto. El resultado para la persona fue increíble, pero más lo fue para mí, porque por primera vez "me dejé llevar" y "confié". Vamos, que hice lo que yo tanto predico que hay que hacer. Y el resultado ha sido mágico, porque me sentí de verdad intermediaria, supe que "se hizo" a través de mí, y que yo tan solo fui la mano que el Todo necesitaba para poner las agujas.
   Como veis mi andadura como terapeuta es un camino en el que se han apostado varios seres que me están permitiendo aprender muchas cosas: a conocerme y probarme a mí misma, a tener ilusión, confianza, intuición y habilidad, a aceptar que a veces la persona mejora y otras no, y a saber por dentro lo que dicen mis apuntes: hay que ser testigo de la magia, aprender a manejar la varita y la chistera, y tener la humildad de la comprensión de que el Mago siempre es Otro. Mi única función es ofrecerme, dar las gracias y sonreír.