Estamos
viviendo tiempos...digamos, "especiales". Se podrían calificar de "difíciles", aunque yo reservaría este adjetivo para situaciones como
la sufrida durante la II Guerra Mundial, o la que están viviendo en muchos puntos de África en estos momentos.
Las ciudades están tristes. El desencanto va tiñendo como una sombra las miradas y sonrisas de la gente, y el aire cada vez se respira más cargado de incertidumbre y pesimismo. Los retazos de conversaciones por la calle no son iguales a otros meses de agosto, cuando solo se hablaba del calor, las rebajas, las vacaciones, o la terraza en la que pasamos la noche anterior. Ahora se habla de recortes, de paro, de la intervención, del euro, de la prima....Los que conservamos el trabajo (¿por cuánto tiempo?) vemos impotentes cómo vamos perdiendo sueldo, derechos, descansos, medios materiales.....y también ilusión, ganas y optimismo.
Asistimos asombrados a la falta de palabra de los gobernantes (¿dónde quedó la "palabra de honor" de nuestros abuelos, o incluso la seguridad jurídica de todo Estado de derecho?) y a cómo los pilares de la sociedad tiemblan por la "calificación" que ciertas personas deciden dar a ... ¿nuestra deuda? ¿nuestra economía? ¿nuestra vida?.
Haciendo un símil con el cuerpo, parece pues, que la sociedad está enferma. ¿Por qué? Pues por lo mismo que enfermamos los seres humanos y explicamos en su momento. Nuestra sociedad ha dejado de cumplir la función correcta. Si somos honrados con nosotros mismos y analizamos las causas que nos han llevado hasta aquí, veremos que muchos de los valores que debieran ser "intrínsecos" a la vida han desaparecido: la solidaridad, la autenticidad, el respeto o el trabajo bien hecho han sido sustituidos por el aparentar, el endeudarse, el usar y tirar, el engaño o el hacer de nuestro hacer una continua chapuza para salir del paso.
No es mi intención profundizar en la situación. Valgan estas pinceladas para que cada uno, con honradez, se examine por dentro y por fuera y reconozca el granito de arena que ha puesto para que nuestra sociedad esté enferma. Porque los responsables de esto somos todos (recordad, TODOS SOMOS UNO, para lo bueno y para lo malo).
¿Qué hacer entonces? Pues lo mismo que cuando el enfermo es nuestro cuerpo, ya que cada uno somos una célula de la sociedad (hepática, cardíaca o cerebral, la que nos haya tocado) y cada célula debe realizar una función determinada en aras de que el cuerpo funcione en unidad. Debemos entrar en "nuestro templo" y ver qué nos está indicando la enfermedad. A cada uno nos dirá cosas distintas, y eso será lo que debamos cambiar en nuestras vidas, pues la sociedad es la suma de todos nosotros.
El futuro no está escrito. Lo que creemos vislumbrar como inevitable no son más que meros esbozos del cuadro final, cuadro que vamos coloreando con nuestros pensamientos, actitudes y acciones del ahora. Hoy vivimos el resultado de lo que hicimos ayer, y mañana tendremos el resultado de lo que hagamos hoy. El presente es el momento de comprensión de esta realidad.
Nuestra sociedad está enferma, y en esta ocasión, los sanadores somos todos. Si solo pensamos en crisis, escasez, dificultades, eso será lo que tendremos. Cambiemos estos pensamientos por los de honradez, abundancia, amor, goce, paz, satisfacción, solidaridad.... y hagamos nuestra parte, cada uno la suya. Confiemos en que la sociedad vaya recobrando poco a poco la salud y la Vida nos muestre la pintura más hermosa que hubiéramos podido imaginar, pero no exigiendo que predomine "mi" color, sino fluyendo con los colores de los demás. Y seguro que nos llevaremos la grata sorpresa de un mundo mejor.
Haciendo un símil con el cuerpo, parece pues, que la sociedad está enferma. ¿Por qué? Pues por lo mismo que enfermamos los seres humanos y explicamos en su momento. Nuestra sociedad ha dejado de cumplir la función correcta. Si somos honrados con nosotros mismos y analizamos las causas que nos han llevado hasta aquí, veremos que muchos de los valores que debieran ser "intrínsecos" a la vida han desaparecido: la solidaridad, la autenticidad, el respeto o el trabajo bien hecho han sido sustituidos por el aparentar, el endeudarse, el usar y tirar, el engaño o el hacer de nuestro hacer una continua chapuza para salir del paso.
No es mi intención profundizar en la situación. Valgan estas pinceladas para que cada uno, con honradez, se examine por dentro y por fuera y reconozca el granito de arena que ha puesto para que nuestra sociedad esté enferma. Porque los responsables de esto somos todos (recordad, TODOS SOMOS UNO, para lo bueno y para lo malo).

Nuestra sociedad está enferma, y en esta ocasión, los sanadores somos todos. Si solo pensamos en crisis, escasez, dificultades, eso será lo que tendremos. Cambiemos estos pensamientos por los de honradez, abundancia, amor, goce, paz, satisfacción, solidaridad.... y hagamos nuestra parte, cada uno la suya. Confiemos en que la sociedad vaya recobrando poco a poco la salud y la Vida nos muestre la pintura más hermosa que hubiéramos podido imaginar, pero no exigiendo que predomine "mi" color, sino fluyendo con los colores de los demás. Y seguro que nos llevaremos la grata sorpresa de un mundo mejor.